RELATO CORTO

CERVEZA

Hace unas tres semanas me encontré en el ParqueSur a un antiguo amante de mi amiga Lucía. Se llama Gerardo y es un tipo que mide casi uno noventa. Apuesto, canoso, ocurrente y divertido, pero con un defectillo que mi querida Luci no pudo aguantar. Yo había ido a comprar una funda para el colchón, unos tangas y alguna cosa que cayera, que para eso era época de rebajas. Gerardo se alegró al verme y me invitó a un café. El muchacho siempre me cayó bien. Recordaba que mi amiga me comentó que le dejó después de ser operado de la vesícula. Me extrañó que lo dejase por ese motivo hasta que ella añadió que la extirpación de la vesícula cambió el sabor de su semen.

—No puedo, Clarita. De verdad que lo intento, pero no. Sabe amargo como la cerveza. Ya no es igual. Antes era dulzón, almizclado, de regusto suave. Ahora me quema en la boca. Aunque pase como una exhalación por mi garganta, no lo soporto. Me dan ganas de vomitar y no es plan.
—¿Y si te metes un chicle de clorofila en la boca?
—Lo he intentado todo, Clara, chicles de todos los sabores y marcas, caramelos mentolados, gárgaras con anís, acupuntura y hasta sesiones de hipnosis. Nada ha funcionado.
—Gerardo es un encanto, qué penita, Luci.
—Ya… Y no veas cómo folla. Nada de prometer hasta meter ni nada de escapes a lo Houdini como hacen tantos gilipollas. Es el amante ideal. Sin compromisos. Llama él y voy, llamo yo y acude. Nos vestimos y hasta el siguiente calentón. Pero la felatio es la felatio.
—¿Has probado con una mamada sin un final así? Sin beberte la cerveza…
—¿Y cómo le digo que ya no me gusta?
—No se lo dices, lo haces y ya…
—Para eso tengo a mi marido, que tiene semi mamada, pero lo toma como parte del precio del matrimonio… Gerardo es mi amante, es inconcebible no acabar lo que se empieza…

Un par de semanas más tarde Luci dejó a Gerardo y se buscó a un amante que no fumaba (que también cambia el gusto de «la cosa») y que no estaba operado de vesícula.
Y yo me encontré con Gerardo en ParqueSur y una sonrisa en la boca. Mi momento había llegado…

—Me dijo Luci que te dejó porque sabías a cerveza.
—Joder con Luci. Cuando me dejó le pregunté el motivo. Total, si era por algo que había hecho mal, prefería que me lo contase. Íbamos bien. Éramos los amantes perfectos. Cada uno en su casa y, cuando nos apetecía, un polvo y hasta la siguiente vez. Ideal. Me dijo que mi semen sabía a cerveza, que amargaba y que ella aborrecía la cerveza. Desconocía que el sabor del semen puede cambiar si te quitan la vesícula.
—A mí me encanta la cerveza.
—¿De veras?
—Ponme a prueba. Siempre pensé que Lucía era boba…
—Marisa me mandó a comprar unas cosas y ya había acabado cuando nos encontramos. Tengo hora y media.
—Y yo a Paco y a mi nene en la playa de vacaciones. Casa libre.
—Entonces…
—Camarero, traiga la cuenta.

9 comentarios en “CERVEZA”

          1. Por supuesto, quiero decir que la no vesícula altera el sabor. Al menos el de mi jardín.

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